MI DESCUBRIMIENTO: BELÉN DE JUDÁ

Comenzaré con las palabras de la profecía: "Y tú Belén de Judá, no creas que eres insignificante, entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el caudillo que gobernará a mi pueblo de Israel".
Lugar donde se cree nació Jesús

Belén es una pequeña ciudad, que se encuentra a 8 km. al sur de Jerusalén, y cuyo asentamiento es sobre dos colinas, en una zona montañosa.
Al igual que aquellos pastores que, en su día (hace más de dos mil años), se dirigieron a una gruta, tal y como les indicó el ángel; al igual que aquellos magos guiados por la estrella, con la misma ilusión que ellos, esta mañana fría de noviembre, acompañado de peregrinos y belenistas, fijé mi dirección, hacia la gruta - aquella en la que Jesús vino al mundo-, donde el verbo se hizo carne, donde dio comienzo la Historia más hermosa; lugar donde se hizo realidad la Profecía.
Sin idea preconcebida, sólo con mi fe, y con cuanto la historia me había contado, llegué a Belén.
Hoy, Belén, es un asentamiento palestino -rodeado de un muro de hormigón- que hace de esta ciudad una cárcel para sus habitantes; los cuales -debido a la guerra que mantienen con Israel- sufren un verdadero calvario (sólo debemos recordar lo acontecido en el 2002, los 40 días de asedio a la basílica, la muerte de tantos inocentes en esos días...).

Cuando cruzamos la frontera nos encontramos con una ciudad bulliciosa, con casas de piedras -todas ellas muy iguales a las de otras ciudades de la zona-.

Después de subir varias cuestas, llegamos a una plaza amplia, donde se encuentra la gran "Basílica de la Natividad".

Constantino y su madre, Santa Elena, fueron quienes (sobre el año 325 de nuestra era) mandaron edificar, sobre una vieja iglesia -que se encontraba encima de la gruta de la Natividad-, otra de mayores dimensiones; la cual ha perdurado hasta nuestros días. Más tarde (sobre el siglo XII), los cruzados revistieron sus paredes de hermosos mosaicos, hechos en oro y madreperlas, de los cuales disfrutamos viendo los restos que aún perduran de ellos.

Entramos, inclinándonos, por una puerta de piedra -bastante baja-. En su interior... una gran nave, donde aún existen algunos de los mosaicos que, anteriormente, os he relatado; al fondo, y a la derecha del altar mayor, unas escaleras nos llevan a la gruta ¡momento emocionante, para cualquier cristiano, entrar en la cueva donde nació Jesús!. Sus paredes de piedra revestidas por telas, pero todo muy sobrio; tan sólo un pequeño altar de mármol, y bajo él...la estrella que señala el lugar exacto donde nació Jesús.

¡Emocionante poder posar las manos encima de ella, revivir (en tan sólo un segundo) la agrupación de pastores y Reyes en torno a María y José, quienes le mostraban al Redentor, a ese niño que llegó al mundo en la más extrema pobreza!. Tuve ocasión de poder recorrer las calles de Belén (fuente de inspiración para belenistas: sus balcones, sus arcos -apuntalando a ambos lados de la calle-, sus peldaños de subida y bajada, para llegar de una a otra calle; ideas que seguro muchos plasmaremos en próximos belenes. Por último, utilizando las palabras que el Santo Padre Juan Pablo II decía en su alocución al pie de la Basílica: "Belén, la cuna de Jesús, está siempre a la sombra de la Cruz", refiriéndose al yugo y la opresión de este pueblo, en el que tan a menudo se oyen los gritos de tantos inocentes diciendo: ¡Basta ya!.

Como cristiano: Belén inenarrable, distinta, emocionante...

Como belenista: futuro de mis belenes.

Fermín Oñate Sánchez

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